¡Rumbo a las vacaciones!
¡Rumbo a las vacaciones!
Agosto nos está echando un guiño desde el otro lado de la agenda. En Equilia esto significa ¡vacaciones de verano! También significa que pronto cumplo años.
Llevo un tiempo pensando en el tiempo. En cómo lo percibo y cómo se me escapa. Ya ha pasado más de la mitad del año y no me explico cómo ha podida pasar tan rápido.
Me he dado cuenta de que necesito marcas, hitos, para que los días no se fundan entre sí. Las vivencias – nuevas o no – pero aquellas que traen emoción, son como islotes que permiten distinguir algo en el flujo del tiempo. También funciona con momentos en los que no pasa nada, pero sólo si me paro y tomo consciencia de ello.
Son esas experiencias las que dan forma al año. Si no fuera por estas marcas, en la rutina diaria cuando corro para quitar la siguiente tarea de la lista, todo se fundiría y aunque la tarea me parece eterna, el tiempo pasa a todo tren.
Especialmente desde la pandemia me da la sensación de que muchas personas con las que me relaciono van corriendo, con la sensación de que nunca llegan.
¡Si sólo pudiéramos organizarnos mejor! ¿No hay técnicas de gestión del tiempo para eso?
Yo también caigo en la trampa de creer que puede haber un momento en el futuro en el que TODO estará “hecho” y habrá tiempo para descansar o para hacer lo que apetece más. Sin embargo resulta que casi siempre habrá algo pendiente o habrá una próxima meta.
Y quizás, como dice Oliver Burkeman en su libro Cuatro Mil Semanas – Gestión del tiempo para mortales, la “gestión del tiempo es una ilusión”. No niega de que los métodos de gestión del tiempo puedan funcionar. Podemos ser más eficientes, sí. Pero eso solo hace que nos lleguen más demandas o que intentemos meter más tareas en los huecos creados.
Burkeman se ha hecho famoso poniendo un número a algo que en realidad ya intuíamos: La vida media del ser humano es breve. Si llegas a los 80 años, habrás vivido unas 4000 semanas. Si tienes 40, te quedan 2000, dice en la solapa del libro. Yo ya he hecho mis cuentas.
Pareciera sensato aceptar que no vamos a poder con todo. Como el tiempo es limitado, Burkeman propone que es útil preguntarnos ¿A qué voy a renunciar? y ¿Hacer esto es lo que parece más sensato en este momento? o ¿Esto aporta algo a mi visión a cinco años o más allá? en lugar de buscar maximizar el tiempo para meter más y más.
Agosto – si tenemos vacaciones – nos invita a parar. Estos días, cuando me suba al ferry que me lleva a mi isla en el mar del Norte (Norderney), nada de maximizar, dedicaré esas 4 semanas de las 1250 que se supone que me quedan para dejarme llevar, a mirar y a distinguir los islotes.
¿Y tú qué haces de tu tiempo?
¡Felices vacaciones!