Ir a la escuela de los otros
Nus et culottés (que traducido al castellano significa algo así como desnudos y descarados) es un programa de televisión francés que cumple ahora sus 10 años. Para la ocasión, sus dos creadores y protagonistas, invitados a una entrevista de radio este fin de semana que escuché con gran interés, volvieron sobre las peripecias de su programa.
Cada programa tiene el mismo esquema: los dos arrancan desnudos y sin recursos en plena naturaleza y tienen un desafío que realizar (por ejemplo, organizar un concierto de piano en el lugar más frío de los Alpes franceses).
Descarados, pero sumamente simpáticos, buscan la ayuda y el apoyo de gente desconocida para vestirse, comer, dormir y conseguir el reto a lo largo de 10 días de grabación – que ellos mismos realizan con sus cámaras.
A mí me fascina el programa, no por el reto, pero por los encuentros con la gente, las vivencias, los intercambios de los que todas las personas salen un poco diferentes – y yo como espectadora también.
El lado “descarado” de los protagonistas me hizo pensar en una dirigente de empresa con la que trabajé unos días antes sobre sus resultados de un ejercicio de 360°. Una de las conclusiones a las que llegó fue “quizás debería pedir ayuda para algunas tareas” – y luego añadió “y aceptar ayuda”. Pedir y aceptar ayuda, reconocer y expresar el “no puedo”, “no sé”, es algo que a muchas personas cuesta, y más cuanto más arriba en la jerarquía están.
Debería saber, poder, ser capaz y ¿qué pensarán de mí? son barreras que limitan la efectividad, ya que, como reconoció aquella dirigente, son tareas que me cuestan más tiempo de lo debido, y entonces los pospongo, y al final soy el cuello de botella.
En las escuelas ya se conocían hace mucho las tutorías entre iguales para la resolución cooperativa de problemas.
Por suerte, en las empresas empiezan a verse diferentes técnicas y metodologías o incluso modelos de gestión (Agile, Design Thinking, Mastermind, etc.) que hacen más fácil pedir apoyo, ayuda, consejo. Son formatos, sobre todo si se implantan de manera estructural, que invitan a que las personas puedan traer sus dudas, sus no sé y sus no puedo y que erosionan poco a poco la barrera de la vergüenza y de la auto-exigencia.
Sentir que no estamos solos ante los desafíos libera energía y aporta liviandad a la hora de abordar los retos y se suele recompensar con mejores resultados.
Uno de los formatos más “ligeros” y espontáneos es quizás la “consulta entre pares sobre un caso” (kollegiale Fallberatung en alemán) o el Troika Consulting.
Últimamente me invitaron a diferentes consultas entre pares, por ejemplo, para generar posibles soluciones en el caso de un equipo conflictivo. Yo apenas conocía a la persona que trajo el caso y evidentemente no se comunicó ningún dato sobre el cliente. La interesada se llevó nuevas ideas y acciones y aunque yo no traje el caso, fue igualmente enriquecedor para mí y saqué aprendizajes.
Ir a la escuela de los otros, así se refiere uno de los dos “desnudos y descarados” a los aprendizajes que se lleva de cada persona que encuentra: cómo vive, cómo se relaciona, qué valores tiene, cómo toma sus decisiones, cómo se organiza en la vida, cómo aborda los problemas. Y me encanta ese nombre.
¡Feliz semana!