Serenidad
Arrate Iraolagoitia
La Serenidad es el nuevo lujo.
Esta afirmación realizada por el entrevistado de un podcast que estaba escuchando mientras cocinaba (puedes encontrar todo el capítulo en este enlace), me llevó a parar lo que estaba haciendo para reflexionar. Mi intuición me dijo que pusiese atención porque la frase guardaba algo más profundo de lo que podía parecer.
En un primer momento podemos pensar que el tener las cosas ordenadas y organizadas en los diferentes planos de nuestra vida, nos puede proporcionar tranquilidad. En estos tiempos locos para la conciliación y donde el tiempo escasea, efectivamente, lo podemos ver como un lujo. Pero el entrevistado fue más allá que esta primera reflexión. Se refería a la serenidad que aporta el encontrar sentido.
Encontrar sentido a nuestra vida, aun entendiendo que ésta es imperfecta. Encontrar sentido al camino que hemos escogido (ya sea profesional, familiar, personal…) a pesar de que a veces parezca que todo está en contra. Esas decisiones difíciles que escogemos tomar en ciertos momentos, aunque sea más cómodo no hacerlo, para cambiar eso que me está robando serenidad.
En definitiva, la serenidad y confianza que nos brinda el estar conectados/as con nuestra autenticidad.
Al hilo de esto, le preguntaron al entrevistado –“¿y cómo sabe uno/a que es auténtico/a?”. Su respuesta fue sencilla- “lo sabes cuando no lo eres”. “¿Cómo sabes que estás en el buen camino profesional?” – “Lo sabes cuando no lo estás”.
Observar que en las diferentes situaciones que nos trae la vida (sobre todo en las complejas) actuamos en coherencia con nuestros valores o principios, nos da paz mental, emocional y espiritual. Y en consecuencia nos ayuda a crecer.
Pero este sentimiento de serenidad, de autenticidad, de coherencia, no viene dado necesariamente con la edad (que contribuye claro), sino gracias a un viaje consciente de autoconocimiento a lo largo de los años. Se trata, pues, de una responsabilidad personal, sin escudarnos en quejas o excusas.
En el momento en que descubrimos que nuestro estado interior no está condicionado por sucesos externos, comienza a revelarse nuestra libertad.
Fácil de decir y no tanto de hacer ¿verdad?
Y todo esto también lo podemos llevar a nivel de equipo. Por ejemplo, las últimas dos semanas hemos acompañado a varios equipos a definir sus valores organizacionales que les permitan dar una respuesta efectiva a los retos estratégicos que enfrentan y a avanzar hacia su propósito.
Suelen ser sesiones de mucho debate y reflexión por parte de las personas participantes, porque entienden que no va de elegir palabras bonitas que queden bien en la web de la empresa. Se necesita compromiso personal y de equipo para hacernos cargo de los valores elegidos colectivamente (junto con el propósito de la empresa), ya que estos serán nuestro faro a la hora de tomar decisiones, a veces en medio de oleajes, y a la hora de dar ejemplo con nuestra manera de actuar.
Al terminar las sesiones, varias personas compartieron que se iban sintiendo serenidad y responsabilidad.
¡Feliz semana!